Una sabe que ha acabado el verano cuando Antonio decide retornar a la “terra” y llevarse consigo el color de sus pinturas. Retornan a Pietragalla el paisaje evocado, la calidez del “paese”, la línea que perfila pinceladas evidentes, ordenadas y las armonías cromáticas de clara identidad. Antonio es… Antonio Cillis, italiano, lucano, “paesano” y sobre todo una mente inteligente en un artista sensible. Que fue primero, si es que son divisibles? La sonrisa de Antonio o “il sorridere” de los colores de sus pinturas? Cuando lo real se transforma en una pintura de Antonio Cillis, ella se convierte en un todo verano, en un “state” continuo como es la vida de Antonio. Aún cuando el color sea a veces desaturado el entorno de los demás colores lo hace brillar… Los azules no enfrían la escena, los grises no la entristecen… Personajes, objetos construidos con fuertes pinceladas y líneas envolventes traen el recuerdo de su realidad en una nueva, sugerente y misteriosa presencia. Otro tiempo simultaneo transcurre en ella y nos redimensiona. Y aquí en el húmedo futuro invierno del río de la plata, quedará en nuestra memoria el calor estival de las pinturas de Antonio entibiando la niebla, la lluvia y recordándonos que es posible con el regreso de un nuevo verano el retorno del hombre artista del mediodía itálico, con sus telas, su color y su mágico mundo.
Cristina Manganiello
Profesora -Investigadora Facultad de Bellas Artes Universidad Nacional de La Plata – Argentina
Buenos Aires. marzo 2008
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